Y el frío, poquito a poco, se apagaba con tus manos.
Besos, inseguridad; y más besos, hasta que desaparece.
Eres tú quién le da calor a las mañanas y sueños a las horas dormidas. Despiertame con otro beso, llevame por las calles que no conozca, quiéreme hasta que no puedas más. Y sobretodo, sacame una sonrisa estúpida, haz que intente ser fuerte pero no pueda. Sé, para mí.
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