Palabras, que soltabas como si fuera magia, causaba la misma impresión. Palabras, que salían de tus dedos en vez de tu boca.
Todo era raro, como un músico arítmico, un cielo celeste a plena noche.
Tú, que te vas, que me dejas aquí, y yo, que he dejado de observarte desde lejos para dar un paso (grande, muy grande).
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